NECROCOSMOS
Se tuercen las regulaciones ordinarias
me duermo en una piedra que camina
y me lleva sin frio a la calcinación
de un rubí.
Rueda hecha de triángulos
enlazados en todos los puntos de mi sinergia
donde existo en tensiones auriculares,
cada calabozo en su respectivo atardecer
un silencio por cada cuatro cornos.
Música sideral que me mece en sedas
todo brota ,ráfagas de láser perfumado
me deslizo en caracoles a la boca de un trombón
y su antimateria en fuga.
Luces que apagan mi cabeza
en la primer vuelta del carrete más pequeño,
y la distancia crece jalándome a la muerte
maromas en un volcán de negra nieve.
Veo el final en la mímica de un cuarzo
flujo de estrellas por sus penúltimos atajos
en los arcos se suicidan las bengalas
espectáculo de agonizantes luminarias.
Dardos de hielo estallan mi nucléolo
letales arpegios en mi biombo de azulejo
los canticos sombríos en mi sueño acorazado
y las pestañas mienten estar muertas.
Terminan los cortejos de mis lunas
apurado huye el polvo al exterior
y las cerezas se vuelven inflamables
y mi círculo desenreda cada una de sus boas.
Se obtura con rondanas mi híper-flor
muere de su centro regresando a su botón,
un oleaje hacia adentro de un ojo dilatado
lúgubres rasguños en un sonido azul.
Cuatrocientos vientos en un túnel.
La lámpara se factoriza al cero
se sacuden las cenizas en sus conejos,
el espejo resuena su destrucción
y el tiempo entona ayeres de mañana.
Mi extinción apresurada en su molécula
me esparzo hasta la quintaesencia de un ser mas grande
me retengo en un lapso de tiempo desacelerado
y mis estrellas se reúnen de nuevo
para implotar a lo absoluto.
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